Brilla. Todo en ella brilla. Su ropa, su pelo, sus ojos, su sonrisa. Taylor Swift mira sorprendida, abre la boca, tira la cabeza hacia atrás, hace “no”, se muerde el labio. “Esto es increíble, me están haciendo sentir realmente….”, hace una pausa, se pone de perfil, levanta el brazo izquierdo en un ángulo de 90 grados y saca músculo. Casi 80 mil personas, que fueron a verla a la cancha de River, la ovacionan. Algunos ya están llorando.
Esto pasa 20.46, seis minutos después del arranque formal del primer show de “The Eras Tour” en Argentina. Después de Cruel Summer, el segundo de los 45 temas- sí, 45 canciones con 18 cambios de vestuario y prácticamente sin interrupciones- que interpretará la cantante estadounidense esta noche. Spoiler alert: Taylor no defrauda y las “swifties” tampoco.
“Es de verdad, es una mina de verdad”, grita Malena, que no tiene más de 20 años. “No puedo creer que esté tan cerca”, le responde su amiga Flor, mientras suena The Man, y bailan abrazadas a un costado del escenario sobre el campo derecho. Imitan los pasos de Taylor, que ahora se tapa el body rosa con un saco fucsia para este tema en el que habla de machismo y asegura que la cuestionarían mucho menos “si fuera hombre”.
Taylor es eso también. Critica al sistema, no solo hace canciones de amor y desamor, como podrían arriesgar los que no la conocen.
Como lo dice su nombre, el “Eras Tour” es un recorrido por diferentes eras o etapas de la historia de Taylor como cantante, cada una está representada por un color, algunas tienen, además, símbolos, como una serpiente. No están ordenadas cronológicamente: repasa la discografía de 9 de sus 10 álbumes con un setlist ya establecido y también deja un momento para compartir dos “canciones sorpresas”. Pero para eso todavía falta.
Ahora el público presta atención a los cambios en la pantalla gigante y curva de alta definición y casi 100 metros que está al frente y de una plataforma que se eleva entera o de a bloques en la mitad de una pasarela que desemboca en un segundo escenario más chico, ubicado en el centro del Monumental.
Al ingreso todos reciben una pulsera luminosa que en este instante, cuando Taylor empieza a tocar Lover con su guitarra, titilan en rosa. Se apagan en simultáneo. En el momento en que la oscuridad gana terreno, se ven las estrellas. Al encenderse, todo es estímulo y color.